«¡No, no, Alex, espera! Vuelvo a subir y lo hago de nuevo».
Otra pasada, otra ráfaga de clics de las cámaras. Fabien Barel es un perfeccionista, exige lo máximo de todo y de todos, y sobre todo de sí mismo. Si la moto no está lo suficientemente doblada, si el cuerpo no está en posición, lo repite desde el principio.
Tres veces campeón del mundo en ciclismo de montaña en la disciplina de descenso, por primera vez en 1998 en la categoría junior, y en la categoría de élite en 2004 y 2005. Fab, para sus amigos, se considera un tipo con suerte.
«Básicamente soy un aficionado, me encanta todo lo relacionado con el ciclismo de montaña y lo doy todo por lo que amo. Es el deporte perfecto para mí, una buena mezcla de velocidad, naturaleza, adrenalina y esfuerzo».
Los bosques de Liguria que dan al mar en un cálido día de enero son el escenario ideal para conocer mejor a uno de los atletas y personalidades más influyentes del ciclismo de montaña de los años 90 y 2000.
«Todo es tan bonito como soñaba de niño. Vivo mi pasión, viajo por el mundo, conozco gente nueva y culturas increíbles. No podría pedir más. El ciclismo de montaña es un deporte que te enseña mucho, la humildad sobre todo. Como profesional tienes muchos más fracasos que éxitos y eso es lo que la gente no suele ver. Los fracasos te ayudan a crecer, por eso la humildad es fundamental. El éxito también es diferente de cómo te lo imaginas. Por supuesto que sientes una gran emoción, pero lo que prevalece es la sensación de alivio. Subirse al escalón más alto del podio y llevar el maillot arco iris recompensa tus esfuerzos y te hace sentir único por las emociones que das a la gente que te rodea».
Fabien se conmueve al contarlo. Te das cuenta de lo que importa de verdad en este mundo. Pero también te das cuenta de que no eres una persona más. Te subes a la bici, te enganchas los pedales y desde los cristales de las gafas vislumbras una llama que no tiene las gente común. Cambia de expresión, se vuelve serio y expresa una rara concentración.
«Lo que marca la diferencia es la fuerza mental. El talento ayuda pero es solo la guinda del pastel. Necesitas una mentalidad que te ayude a identificar y cruzar una línea fina, más allá de la cual tu concentración se eleva a un nivel superior. Solo entonces podrás darlo todo, asumir los riesgos necesarios y expresar todo tu potencial. ¡No creas que no tengo miedo! Siempre tengo miedo cuando voy en bici. Lo importante es cómo te enfrentas al miedo. Me encanta ir a tope, eso es lo que me da adrenalina y satisfacción».
Ha pasado más de veinte años a niveles estratosféricos y no tiene ganas de parar. Cualquier excusa sirve para volver a subirse a la bici. Se podría pensar que un tipo como él tiene poco que aprender a estas alturas.
«¿Estás de broma? Cada vez que me subo a la bici trato de aprender algo nuevo, hay muchas cosas que no sé hacer con un manillar en las manos. Crecer es algo vital y es la razón por la que hay tanto respeto entre los contrincantes cuando corremos a nuestro nivel. He corrido contra Nico Vouilloz, Steve Peat y Sam Hill. Hemos pasado momentos increíbles juntos, y lo he dado todo para vencerlos y ellos también. No hay nada mejor que eso. Pero el caso es que hemos crecido juntos».
Mientras tanto Fab juega con la bici, salta, busca la mejor pose. Es un tipo genuino, que creció en el bosque con las rodillas despellejadas y la suciedad en las manos. Está aquí para trabajar y se lo toma en serio, pero pronto te das cuenta de que empujar la bici cuesta arriba para repetir una pasada no le cuesta mucho esfuerzo. Él es la cara de Dainese del ciclismo de montaña.
«A decir verdad, esta historia se remonta a mucho antes. Llevo protecciones de Dainese desde los años 90. Eran el no va más de la tecnología disponible hasta en aquel entonces. Nuestra colaboración se reanudó hace un par de años, pero a partir de ahora voy a estar más comprometido todavía. El desarrollo de los nuevos protectores será uno de los puntos principales de mi trabajo. Los nuevos productos son de un nivel muy alto, y queremos seguir dándolo todo para mejorar la protección de los atletas. La misión de Dainese es aumentar la seguridad para llevar los límites del deporte cada vez más lejos, es un aspecto fundamental y que me enorgullece compartir».
¿Alguna vez dejarás la bici?
«No, jamás».