Más de veinte años antes de lo que cabría pensar, ya había pilotos que rozaban los bordillos con los codos, o que hasta se arrastraban.
Corría el año 1988, y un tal Jean Philippe Ruggia, protagonista de la clase 250 con su Yamaha, abrió un nuevo capítulo en la historia de las técnicas de conducción. Fue en Donington, Inglaterra, en la 12ª ronda del campeonato. Por primera vez se fotografió a un piloto con el codo arrastrándose por el suelo.
La de 250 era la cilindrada perfecta. Las 125 eran más ágiles, pero los neumáticos eran demasiado estrechos para lograr esos ángulos de inclinación, y las potentes motos de 500, por otro lado, no necesitaban tanta velocidad en las curvas. Gracias a este gesto, realizado en serie a partir de entonces, el francés consiguió un papel destacado en la historia del motociclismo.
Unos años más tarde, el movimiento fue repetido por Max Biaggi, también en 250. En aquella época, el romano era el rey indiscutible de la categoría y uno de los pilotos con cosechaba más éxitos. Tras él, un lapso de casi veinte años, hasta llegar a una época más reciente, con el perfeccionamiento de la técnica y especialmente de los neumáticos, esta vez en todas las categorías.
Si en los años 90 las soluciones eran más bien caseras, también porque la necesidad se limitaba a muy pocos pilotos, en épocas más recientes de la MotoGP los fabricantes de ropa han llegado a crear auténticos deslizadores en los codos. El concepto es el mismo que el de los deslizadores para las rodillas: encontrar un nuevo punto de apoyo y contacto con la pista, en ángulos extremos.
También en este caso, como en los deslizadores de rodilla, la evolución afecta a la forma y al método de anclaje al mono. La primera versión, que siguen usando muchos pilotos, es bastante ancha y se aplica al traje encajándola, sostenida por dos tornillos. La versión más actualizada tiene una superficie reducida, fijada al traje por desenganche rápido. La forma de la segunda generación de deslizadores es el resultado de un análisis sobre cuál es la zona más utilizada en la primera versión. ¿El objetivo? Reducir el peso para maximizar las prestaciones.
De los monos de los pilotos a la producción en serie solo hay un paso. El deslizador de codo ha llegado en pocos años a los trajes de alta gama, para ir bajando en cascada hasta llegar a más productos, incluyendo las chaquetas deportivas para un uso en carretera. Este estilo de conducción, que hace unos años parecía ser exclusivo de los mejores pilotos profesionales, en la actualidad puede ser alcanzado e imitado por numerosos entusiastas, siempre que cuenten con el apoyo de equipos técnicos de alto nivel, desde los neumáticos hasta la ropa.