La 36ª Copa América presentada por PRADA está lista para comenzar en Nueva Zelanda, frente a las costas de Auckland. El Luna Rossa Prada Pirelli y el Emirates Team New Zealand, retador y defensor respectivamente, se enfrentarán del 6 al 15 de marzo en una serie de regatas que elegirán al velero y la tripulación más rápidos de los mares. Ambos equipos llevan Dainese Sea-Guard, una pechera de protección desarrollada específicamente para las regatas. Pero, ¿por qué necesitan protegerse estos deportistas?
Los barcos de la clase AC75
Los barcos de la Copa América han experimentado una evolución vertiginosa que los ha llevado a pasar de ser monocascos tradicionales a monocascos voladores en tan solo unos años. Un monocasco volador tiene la peculiaridad de estar equipado con los llamados foils, unos alerones móviles controlados por un sistema hidráulico y situados en los laterales del casco que, al crear un empuje ascensional, permiten que la embarcación se eleve y salga literalmente del agua, dejando solo sumergidos los extremos de los propios foils, o uno de ellos, y el timón.
El principio físico que subyace a este fenómeno es el mismo que el del vuelo de los aviones. Cuando se alcanza una determinada velocidad, de forma similar a lo que ocurre con un avión en el aire, la fuerza perpendicular a la dirección del movimiento empuja el cuerpo hacia arriba y le permite elevarse durante la navegación. Básicamente, el alerón sumergido en el agua se comporta como un ala en el aire.
¿Por qué sacar el casco del agua? Hacer esto reduce drásticamente la fricción y mejora significativamente la velocidad. Los picos que se tocan ahora se acercan a los 50 nudos, casi 100 kilómetros por hora. Los barcos han evolucionado hasta el punto de que los cascos están diseñados según las leyes de la aerodinámica, más que de la hidrodinámica, ya que solo permanecen sumergidos cuando están parados y en las maniobras de velocidad reducida.
Los barcos de la clase AC75 tienen 75 pies de eslora, algo menos de 23 metros, pesan 6,5 toneladas y la superficie total de las velas alcanza hasta 200 metros cuadrados. Son precisamente estos números, junto con una tripulación de once regatistas, los que les permiten alcanzar las velocidades mencionadas y crear fuerzas en juego que clasifican a la vela hoy en día como un deporte extremo por derecho propio.
La fuerza G lateral a la que están sometidos los equipos a bordo alcanza 1,5 G, y en estas situaciones límite cualquier percance puede tener consecuencias catastróficas. Durante las fases iniciales de la Copa PRADA, la competición preliminar de la Copa América que decreta al equipo retador, se produjeron accidentes de diferentes tipos que, en un caso concreto, causaron importantes daños en el barco.
Durante el round robin, el monocasco del American Magic sufrió un vuelco que provocó una rotura del casco y obligó al equipo estadounidense a retirarse. De vuelta a la competición, en las semifinales contra el Luna Rossa Prada Pirelli, el Patriot no logró clasificarse para la ronda final. También se pueden producir otros accidentes clásicos, como cuando la proa se engancha en el agua y provoca una desaceleración repentina, como le ocurrió al Emirates Team New Zealand durante una regata de prueba contra el Ineos Team UK.
Los monocascos voladores de la 36ª Copa América presentada por PRADA, tras los catamaranes voladores de la 35ª edición, marcan una clara ruptura con el pasado, con actuaciones cada vez más impresionantes. A medida que el rendimiento ha aumentado, también lo han hecho los riesgos a los que se enfrentan las tripulaciones. De ahí la necesidad de una mayor seguridad a bordo, y Dainese apoya con su tecnología de protección a los dos equipos que compiten por el trofeo deportivo más antiguo del mundo.