Una de las fases más delicadas a la hora de comprar un casco es elegir la talla, aunque no se le suela dar la debida importancia. Si bien es cierto que un casco demasiado ajustado resulta insoportable, también es cierto que un casco demasiado grande no desempeña bien su función de protección. Los cascos, y las protecciones en general, ofrecen la máxima seguridad solo si son de la talla correcta.
Por lo tanto, no tienes que «adivinar» la talla. Hay que empezar midiendo la cabeza y consultar la tabla de tallas del fabricante. También hay que tener en cuenta que cabezas con la misma circunferencia pueden tener formas diferentes, por eso es importante probarse el casco antes de comprarlo.
1. Póntelo y abróchatelo; asegúrate de que la correa no quede suelta pero tampoco demasiado apretada. Debe quedar cerca de la garganta, pero sin resultar incómodo.
2. Cuando te hayas puesto el casco, no hay de quedar ningún espacio entre la cabeza y el acolchado. Si hay huecos en la parte superior significa que el casco es demasiado pequeño. Toda la superficie del casco debe estar en contacto con la cabeza.
3. Al mismo tiempo no debe haber puntos de presión, especialmente en la zona frontal y en la nuca. Para asegurarte de que no hay puntos de contacto molestos, lo mejor es dejarse el casco puesto unos minutos.